Seguramente has mirado a la luna muchas veces y logras ver entre sus machas la silueta de un conejo. ¿te has preguntado por qué? ¿ya sabes la leyenda azteca? Aquí te la dejamos para que la sepas o la recuerdes.
“En una ocasión el dios Quetzalcóatl se disfrazó de hombre y se dispuso a caminar por el mundo. Anduvo sin parar durante el día y por la noche se sentó junto a un árbol, hambriento y cansado, cuando las estrellas iluminaban el firmamento. A su lado se encontraba un pequeño conejo:
–¿Qué estás comiendo?, – le preguntó.
–Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?
–Gracias, pero yo no como zacate.
–¿Qué vas a hacer entonces?
–Morirme tal vez de hambre y de sed.
El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;
–Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.
Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:
–Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.
Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:
–Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.